RESUMEN
A lo largo de los años las mujeres debíamos ocultar un sangrado que nos sucedía todos los meses, durante aproximadamente 40 años de nuestras vidas. A su vez, el ocultamiento también implicaba atravesar el lenguaje. Normalizamos decir que debido al sangrado estábamos indispuestas, es decir, no dispuestas a realizar ciertas tareas. Como también decir que estar en esos días implicaba estar menstruando, o masculinizar la problemática diciendo me vino Andrés, por la metáfora del que viene una vez al mes. La introducción se encuentra en tiempo pasado, pero la menstruación nos sigue atravesando a los cuerpos menstruantes desde los tópicos del tabú, la desinformación y la vergüenza. Este sangrado es objeto de discursos médicos, psicológicos, culturales y sociales. Es mucho más que sangre, tiene el poder de encontrarse siendo el sangrado que limpia el útero, un órgano que se encuentra en disputa y se aproxima hacia el terreno del poder. Disputa de poder que se encuentra vinculado con la decisión sobre nuestros cuerpos, sobre la reproducción y la maternidad. Estos discursos siguen reproduciéndose y así mismo siguen creando ideas erróneas sobre lo que es menstruar. La menstruación, síntoma, ciclo y asunto que fue relegado a la privacidad, a la intimidad es una cuestión social. La experiencia de gestión menstrual abarca una serie de problemáticas sociales que requieren atención en la academia y en el estado. En este sentido, este artículo se propone explorar la producción de algunas autoras e investigadoras que indagaron respecto a los significados y las implicancias económicas, culturales, sociales y, en definitiva, políticas dela menstruación