RESUMEN
Apoyándose en el material clínico de una pequeña paciente de 16 meses con un severo síntoma de anorexia la autora considera a la persona como soporte y portadora de la función analítica. Compara esta relación de la persona con la función analítica con la de la madre con su hijo: lo concibe, lo cría y lo cuida con alegría y dolor, trata de que se desarrolle en situaciones favorables evitando las que puedan dañarlo. Se relaciona la presencia del analista con la frecuencia de sesiones y la presencia de los padres en las mismas. La presencia del analista en análisis de niños es fundamental por la idiosincrasia del juego y por la especial relación del niño con el lenguaje verbal, quien pone a jugar la palabra en la actividad lúdica. Desde esta óptica el efecto de las verbalizaciones del analista para el niño oscilan entre la censura y el aporte. La emergencia del inconsciente produce extrañeza y recrea nuestra mismidad como personas desde otro lugar. Ser analista como función, como identidad, atraviesa la persona en todos sus aspectos. Siendo la persona soporte y portadora de la función analítica, sólo la presencia de la persona en la situación analítica posibilitaría su surgimiento. Si los padres traen al niño a la consulta, la persona llevaría con su presencia al analista
Asunto(s)
Psicoanálisis , AnorexiaRESUMEN
Este artículo es la versión escrita de la presentación de la autora en una mesa redonda correspondiente al XXVIII Simposio de APdeBA. A propósito de esta ocasión la autora se pregunta por la especificidad de la elaboración en los niños y la encuentra en los efectos constitutivos de la misma, más allá de que se trate de la elaboración de una situación traumática, de un síntoma o de una pérdida. En este sentido por ejemplo, revisa el concepto de identificación con el agresor como lo conceptualizó Anna Freud, como una etapa intermedia en el desarrollo del superyo. Por otro lado considera al juego como una forma de elaboración de la asimilación del lenguaje verbal en sus aspectos de códigos ya hechos obligados y de naturaleza colectiva, en contraste con la actividad lúdica por la cual el niño pone en juego la polisemia, juega la palabra. Se incluye el material clínico de una niñita de 16 meses con anorexia, en el cual se considera que más allá de la elaboración de la depresión del lactante se dieron superpuestamente la marcha, la dentición y el lenguaje, que le permitieron alejarse de ella y dirigirse edípicamente al padre
Asunto(s)
Psicoanálisis , AdolescenteRESUMEN
La autora ha considerado oportuno dar a conocer una versión más actual y elaborada del tema, en relación con la primera y única publicación en esta revista, que data de 1983. Parte de la observación del asombroso hecho de que la imagen de la persona soñante en la cual ésta se reconoce conscientemente, aparece en todos los sueños. Encuentra que la autoimagen onírica tiene un rol determinante en la estructuración del sueño y que funciona como guardián del dormir y del soñar. Discrimina la angustia del dormir de la del soñar así como la función de la autoimagen en relación a cada una de estas dos situaciones respectivas. A través de la consideración de distintos materiales clínicos piensa que puede detectar tres modalidades diferentes de su presentación: autoimagen figurada, autoimagen espacial y autoimagen espectadora. En relación a cómo se presenta la autoimagen onírica en las neurosis y en las perturbaciones narcisistas, presento dos ejemplos clínicos contrastantes. Concluye en hipótesis teóricas acerca de la falla simbólica en las perturbaciones narcisistas. En la clínica de las neurosis, destaca las dificultades para acceder al análisis de la representación onírica de sí mismo, punto sensible de narcisismo, de referencia y sutura entre manifiesto y latente. Concluye con el juego de las miradas que se despliega entre las distintas disociaciones del yo en el dormir y en el soñar: yo durmiente, yo soñante, yo soñado y yo de la vigilia (AU)
Asunto(s)
Psicopatología , Ego , Sueños , PsicoanálisisRESUMEN
Apoyándose en el material clínico de una pequeña niña de 16 meses con un severo síntoma de anorexia la autora considera a la persona como soporte y portadora de la función analítica. Compara esta relación de la persona con la función analítica con la de la madre con su hijo: lo concibe, lo cría y lo cuida con alegría y dolor, trata de que se desarrolle en situaciones favorables evitando la que pueden dañarlo.Se relaciona la presencia del analista con la frecuencia de sesiones y la presencia de los padres en las mismas.La presencia del analista en análisis de niños es fundamental por la idiosincrasia del juego y por la especial relación del niño con el lenguaje verbal, quien pone a jugar la palabra en la actividad lúdica. La presencia del analista en esta óptica es de censura y aporte.La emergencia del inconsciente produce extrañeza y recrea nuestra mismidad como personas desde otro lugar.Ser analista como función, como identidad atraviesa la persona en todos sus aspectos.Siendo la persona soporte y creadora de la función analítica, sólo la presencia de la persona en la situación analítica posibilitaría su surgimiento.Si los padres traen al niño a la consulta, la persona llevaría con su presencia al analista(AU)
Asunto(s)
Humanos , Femenino , Lactante , Psicoanálisis , Psicología InfantilRESUMEN
Apoyándose en el material clínico de una pequeña niña de 16 meses con un severo síntoma
de anorexia la autora considera a la persona como soporte y portadora de la función
analítica. Compara esta relación de la persona con la función analítica con la de la madre
con su hijo: lo concibe, lo cría y lo cuida con alegría y dolor, trata de que se desarrolle en
situaciones favorables evitando la que pueden dañarlo.
Se relaciona la presencia del analista con la frecuencia de sesiones y la presencia de los
padres en las mismas.
La presencia del analista en análisis de niños es fundamental por la idiosincrasia del juego
y por la especial relación del niño con el lenguaje verbal, quien pone a jugar la palabra en la
actividad lúdica. La presencia del analista en esta óptica es de censura y aporte.
La emergencia del inconsciente produce extrañeza y recrea nuestra mismidad como personas
desde otro lugar.
Ser analista como función, como identidad atraviesa la persona en todos sus aspectos.
Siendo la persona soporte y creadora de la función analítica, sólo la presencia de la persona
en la situación analítica posibilitaría su surgimiento.
Si los padres traen al niño a la consulta, la persona llevaría con su presencia al analista (AU)