RESUMEN
Anatómicamente y biológicamente, la sexualidad ha sido considerada un hecho empírico. Sin embargo, la sexualidad ha ido más lejos convirtiéndose en un criterio para la subjetividad en general. Dicho más radicalmente, la subjetividad ha sido definida en términos de sexualidad. Cada sujeto es lo que en la medida en que se defina en tanto hombre o mujer. En este sentido, la sexualidad, o dicho más propiamente, el dispositivo de sexualidad, como Michel Foucault lo llama, excede la anatomía y la biología para conquistar el todo de la existencia.
Cuando la noción de género emergió, no sólo liberó a la sexualidad de la anatomía sino que, a la vez, liberó a la subjetividad de la sexualidad. La sexualidad se convirtió así en una construcción social y en una elección dando lugar a una pluralidad de géneros.
Lo que el presente artículo busca exponer, sin embargo, es que el género aún cuando definitivamente liberó a la subjetividad de la tiranía de la anatomía, no liberó a la subjetividad de la autodeterminación: uno ya no se define en términos de sexualidad; ahora, se define en términos de género.
Uno puede admitir que el género ha
abierto la existencia a una variedad de posibilidades.
Sin embargo, cuando la existencia
es concebida como singularidad,
ningún término puede ser admitido. La
singularidad es una diferencia sin concepto.
La singularidad en tanto ex-sistencia es
ser arrojado a lo abierto. La singularidad
resiste el conocimiento y la autodeterminación
como la tiranía de la transparencia de
un sujeto consciente de sí. Es en este sentido
que es necesario, por no decir urgente,
mantener el vínculo entre libertad, singularidad
y psicoanálisis; donde psicoanálisis
implica una experiencia de desconocimiento