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Las identificaciones; cita de encrucijadas, encrucijada de citas

Vallespir, Nadal.
Revista Uruguaya de Psicoanálisis ; n. 81: p. 157-183, 1995.
Artículo en Español | Bivipsil | ID: psa-17321
Un discurrir sobre hechos clínicos y concepciones teóricas de diferentes autores, procedentes de diversas corrientes del pensamiento psicoanalítico, van orientando estas reflexiones sobre las identificaciones. Vasto y complejo tema, siempre enigmático e inagotable. La clínica, las reflexiones, la teoría, re-tornan repitiéndose, resignificándose, retroalimentándose, articulando nuevos cruces y generando otras formas de abordaje. Desde los albores míticos del sujeto, las identificaciones primaria y secundarias se entretejen y resignifican en un proceso enmarcado por la estructura edípica. Encuentros (y desencuentros) confluyen en una encrucijada donde se dan cita el deseo, el amor, la pérdida, la ausencia, la muerte, el dolor, el duelo. En la que están involucrados el infans y el Otro, el sujeto y su semejante, el otro. Convergencia de citas, de rasgos -rasgo único del semejante del cual el sujeto se apodera, desplazado desde el objeto y condensado en el sujeto- que crean un sentido original. Metáfora y metonimia, gestoras de un proceso que es creación y creador. Integración de la diferencia que instala -por ese mismo acto- una nueva diferencia. Juego de (del) significantes (significante). Identificaciones imaginarias (narcisistas, especulares) -que mantienen enhiesta la ilusión del falo - y simbólicas (cuyo acceso es franqueado por la castración simbólica y la represión). Corresponden -más bien que a una sucesión cronológica- a una ordenación estructurada en tiempos lógicos. Moldeándose ambas -identificación primaria y secundarias-, solidarias, en una matriz (no exclusivamente) simbólica que prefigura el espejo y lo organiza, que precede al nacimiento del niño y lo espera. El deseo de la madre forja una imagen que no se limitaría al ser de su hijo, a su existencia separada de ella, sino que ya tendría atribuido el sexo masculino o femenino. Esa imagen es la que el niño va a encontrar en la mirada de la madre, trasmisora de su deseo. Imagen que anuda el cuerpo real por advenir con el nombre (simbólico) del niño, ya elegido desde antes de su nacimiento. Real, imaginario y simbólico, entrelazados en esa matriz precursora del espejo. El grito, vocero del cuerpo surcado por el dolor, lo entrama con el lenguaje. Cuerpo que se hace texto y textura. Cuerpo enlazado a un nombre que, desde antes de nacer, lo inscribe en el discurso, le confiere una filiación, lo sitúa simbólicamente en una genealogía. El fantasma, la vuelta hacia la persona propia y el trastorno hacia lo contrario, el objeto transicional, el objeto a, desempeñan también un rol en las identificaciones que instituyen al sujeto -debatiéndose en su encrucijada- en su alteridad, como un ser existente y discriminado a la vez que provisto de una identidad sexual.
Biblioteca responsable: UY106.1