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El origen psicótico de la neurosis
Revista Uruguaya de Psicoanálisis ; tomo 2, pte. 4: p. 406-451, 1958. il.
Article en Es | Bivipsil | ID: psa-17898
Biblioteca responsable: UY106.1
ABSTRACT
1) En su último libro "Envidia y gratitud", Melanie Klein describe cómo la inestabilidad de la disociación esquizoide por idealización precipita la evolución genital precoz. Mediante esto aclara la perversión como defensa contra la psicosis. La fórmula clásica de Freud neurosis negativo de la perversión, adquiere una nueva trascendencia al revelarse ahora la neurosis como último término de una dialéctica. Por la envidia se produce el fracaso de la posición esquizoide, causando la fijación de la experiencia perversa, la cual impide la solución del complejo edípico. 2) La situación de nacimiento provoca envidia hacia la madre y su interior. La envidia es una sensación rabiosa de que el otro posee y disfruta algo deseable y es tanto el impulso de destruir como de robar ese algo. La envidia está ligada a la angurria, gula impetuosa e insaciable. Por la envidia que experimenta el lactante durante la succión surge simultáneamente la fantasía inconsciente de introyectar el pecho, como la de hacerse un camino adentro del pecho. La destructividad introyectiva de la angurria y la destructividad proyectiva de la envidia surgen simultáneamente produciéndose la confusión de libido y agresividad, de bueno y malo, del cuerpo de la madre y del niño. Es así que por la organización oral del instinto en el lactante la angustia de nacimiento se presenta como angustia confusional. El yo puede vencer la envidia con su capacidad de amor al sentir gratitud por la gratificación y así reconocer un objeto bueno que discrimina de un objeto malo. Con sus impulsos de amor puede entonces, durante la frustración, recordar la gratificación y esperar que vuelva, estableciéndose la imagen del objeto bueno. La conciencia de un objeto surge en esta temporalización del yo al discriminar el cuerpo el estímulo fisiológico real malo y bueno. La temporalización es correlativa de la encarnación, la relación intrínseca de conciencia y cuerpo. Al fracasar la encarnación por la confusión el yo se defiende contra la angustia con una des-encarnación. Al no poder discriminar las sensaciones y así esquematizarlas, el cuerpo borra el estímulo con un regreso hacia la motilidad mimética, actividad tónica que mantiene la resonancia del feto con la pared uterina. Lo que para el observador se manifiesta como objeto idealizado es la ausencia de conciencia de un objeto por la desencarnación. De ahí la fenomenología de la idealización lo "oceánico" al no producirse la temporalización, el correr del tiempo, pues es sólo en este correr del tiempo que puede permanecer un objeto. El "encapsulamiento" al no abrirse un espacio, pues es sólo al abrirse un espacio que puede encontrarse un objeto. Lo "nirvánico", al borrarse todo estímulo propioceptivo, se produce la extinción de la sensación corporal. Por constituirse contra la confusión y no por temporalización, el objeto idealizado no tiene estabilidad y una y otra vez vuelve la angustia confusional. El yo vivencia tal angustia como paralización, al no poder disociar; como desintegración al quebrarse el objeto idealizado por el objeto perseguidor; como aniquilación al desaparecer todo objeto. 3) Por la inestabilidad del objeto idealizado huye el yo del conflicto oral hacia la genitalidad. Esta genitalidad precoz se caracteriza por impotencia orgástica al ser la satisfacción inadecuada por la persistencia del deseo oral; por promiscuidad al buscar continuamente otro objeto; por compulsividad al proteger la gratificación contra la angustia; por homosexualidad al huir del objeto primario hacia el segundo objeto, el falo. Esta genitalidad es la perversión misma. Al fracasar la disociación esquizoide -la idealización del objeto interno- se defiende el yo con la libidinización de un objeto externo. Este objeto adquiere una estructura fetichista al reflejar la disociación represiva del yo. El fetiche conmuta la disociación en represión por la expe-riencia pantalla que procura. La pantalla separa agresividad y libido por lo cual el conflicto queda fijado ya que la gratificación no mitiga la agresividad. El fetiche es un equivalente simbólico del objeto idealizado. No subsiste en sí, sino que necesita la pantalla sobre la cual se proyecta. La experiencia perversa es repetida para mantener la pantalla erigida. Represión, fijación y re-petición constituyen la estructura de la pantalla. El acto perverso es un acting-out de la disociación al no producirse el working through del conflicto. 4) La defensa perversa fracasa a su vez porque al persistir la envidia fracasan los celos y la elaboración del complejo edípico. La confusión del instinto -la envidia oral- origina la fantasía inconsciente de la gratificación permanente de ambos padres por lo cual parecen inseparables la pareja combinada o sea la confusión del objeto. Se produce el fracaso de la posición femenina en el niño varón. Al no poder separar los padres no puede identi-ficarse con el padre, no puede edificar un super-yo asimilable. La confusión del objeto expresa la quiebra de la estructura fetichista. El yo se defiende ahora contra la neurosis, con el negativo de la perversión o sea con un "acting-in" de la disociación. El fetiche se transforma en totem y tabú. Al efectuar con la neurosis un ritual tabú, el yo obedece a un totem. El super-yo patológico, ideal y censor es un equivalente simbólico del objeto idealizado perseguidor. La técnica neurótica expresa una fantasía de defensa contra la pareja combinada huir (fobia), inmovilizar (histeria) o separar (obsesión). El síntoma neurótico también procura una experiencia pantalla al significar tanto una gratificación como una defensa. 5) El objeto idealizado es un equivalente simbólico del estado prenatal. Niega la separación, niega el tiempo, es intemporal. El objeto bueno es una representación simbólica. Reconoce la pérdida del objeto y por eso puede evocarlo. La representación simbólica se constituye por temporalización. La evolución integrativa muestra una integración temporal en un nivel cada vez más alto. Se produce una metamorfosis del objeto bueno en objeto transicional, superyo asimilable y objeto diferenciado del amor. La evolución patológica muestra sólo un cambio caleidoscópico, una nueva composición de las mismas piezas. El objeto idealizado, el fetiche, el superyo arcaico, el objeto de la sublimación están cada vez constituidos por idealización, disociación, negación. El objeto idealizado por ser intemporal se desplaza y se condensa a través del tiempo. La continuidad genética del objeto idealizado origina el desplazamiento y la condensación de sus equivalentes el símbolo. Explicar el símbolo es desplegar, articular lo que está junto. Por la situación transferencial es posible articular el significado de la experiencia sublimatoria neurótica y sexual. Al ver lo mismo en las diferentes dimensiones de su existencia, se articulan estas dimensiones por lo cual cambia el ser del que ve así. No se mantiene desplazado en la intemporalidad del símbolo condensado, sino que al abrirse hacia su angustia descubre su destino. Al liberarse de la idealización, deja de ser un destino del instinto y contesta con su destino al enigma de la esfinge
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Banco de datos: Bivipsil Asunto principal: Represión Psicológica / Confusión / Celos Idioma: Es Revista: Revista uruguaya de psicoanálisis Tipo del documento: Article
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