El edificio enfermo

RESUMEN

Se define como edificio enfermo aquel en el que la calidad del aire interior es deficiente por la presencia de contaminantes químicos y biológicos que proceden tanto del exterior como del propio edificio o de sus ocupantes. Numerosos estudios han puesto de relieve enfermedades específicas relacionadas con estos contaminantes, como la fiebre de los humidificadores, la alveolitis alérgica extrínseca o el asma. También se ha descrito una serie de síntomas inespecíficos, como cefaleas, prurito, conjuntivitis, tos o sequedad de boca asociados a la permanencia en estos edificios. Se denomina síndrome del edificio enfermo cuando estos trastornos inespecíficos, que se agravan cuando hay una mayor reutilización del aire interior, afectan a una proporción superior al 20 por ciento de sus ocupantes. Para realizar un control eficaz de la calidad del aire interior es necesario primero identificar las condiciones ambientales y los agentes contaminantes, en la medida de lo posible cuantificarlos y finalmente controlarlos. Las medidas correctoras se centran sobre los focos contaminantes (exteriores e interiores) y en el mantenimiento de los sistemas de ventilación y climatización. Desde la atención primaria, los problemas de salud debidos al edificio enfermo se pueden abordar de forma individual, facilitando información específica sobre su origen y su posible control (consejo médico), derivando el caso a la mutua o al servicio de prevención de la empresa y, si ello no es posible, instaurando las pautas asistenciales que el cuadro clínico requiera. Esta estrategia se puede complementar con un enfoque comunitario que, identificando un conjunto de casos, facilite la adopción de medidas de prevención colectiva (AU)