La importancia del psicoanálisis de niños en la formación del analista

En los comienzos de nuestra historia como Asociación Psicoanalítica del

Uruguay, nuestro Instituto presentaba una singularidad que lo diferenciaba,

en parte, de otras asociaciones psicoanalíticas.

En el mismo tiempo en que, por ejemplo, Esther Bick presentaba en el

Congreso Internacional de Psicoanálisis de Edimburgo de 1961 un trabajo

en el que señalaba las dificultades que tenían los analistas para tratar a los

niños, y en Buenos Aires y en otras asociaciones surgía la misma preocupación,

en nuestra asociación la mayoría trabajaba casi con la misma

intensidad con pacientes adultos que con niños.

Partimos del supuesto de que si bien el análisis de niños tiene los

mismos fundamentos básicos teóricos que el análisis de adultos (transferencia,

resistencia, regresión), estas nociones básicas se expresan de modo

diferente y requieren, por consiguiente, un abordaje también diferente

La posición depresiva en el análisis de un niño

Hemos tornado como ejemplo el material del análisis de un niño de 7 años para observar las vicisitudes por las que tiene que pasar el individuo hasta conseguir la elaboración de la etapa depresiva, tan importante como signo de maduración. En la primera parte se hace una rápida revisión de lo que la escuela inglesa entiende por posición depresiva, y de cómo este concepto partió del estudio que sobre el duelo y la melancolía hizo Freud en el año 1913. Se destaca, además, cómo en el curso del tratamiento analítico se repiten ésta y las demás etapas que constituyen el desarrollo emocional del niño. Se transcriben luego los datos biográficos del niño en cuestión, entre los que se destacan como síntomas: el retardo en el lenguaje, las dificultades en el aprendizaje y en el contacto con el mundo externo. De acuerdo a lo observado en el curso del tratamiento, estos síntomas se explican como expresión de su incapacidad reparatoria. También se destaca la vivencia de una situación de persecución que se traducía por el temor a los marcos de las puertas, la actitud agresiva hacia el medio externo, el rechazo recíproco de madre e hijo y el rápido contacto que estableció con su analista. Esto último traducía la necesidad de una figura buena. Se transcriben fragmentos del análisis de este niño donde se ve muy claramente, en una primera etapa, su angustia persecutoria haciendo una marcada división de objeto. Se siente muy amenazado por las religiosas de la escuela a la que concurre, y muy protegido por la analista idealizada. Más tarde, con motivo de un embarazo de esta última, el niño teme perderla, la introyecta tomando una actitud femenina. Se produce así en su mundo interno la unión entre sus objetos bueno y malo. En esta forma entra en la fase depresiva. Pero el nacimiento del niño incrementó su odio, teniendo que recurrir nuevamente a la división de objeto por incapacidad de reparar. Se defendía en las sesiones con una actitud omnipotente, hasta que en virtud de la relación analítica, se sintió capaz de conservar dentro de sí el objeto bueno interno y paralelamente el objeto bueno externo. Esto le proporcionó la disposición para vivir estados depresivos y elaborarlos, consiguiendo de este modo un progreso evidente en la resolución de sus conflictos

Riesgos de la transgresión del encuadre en análisis de niños

El trabajo empieza tratando de definir el concepto de encuadre y sus fundamentos teóricos. Para ello se siguen los estudios realizados en este tema por el Dr. José Bleger...

Técnica en psicoanálisis del adolescente

Los numerosos aportes teóricos, que en los últimos años, han contribuido a un mayor esclarecimiento del período adolescente, han determinado modificaciones en la técnica. Al centrarse el conflicto adolescente, especialmente en las relaciones pre-edípicas y en su inestabilidad y fragilidad del ser, su expresión sería su falta de confirmación narcisista. Los autores parten del punto de vista que la adolescencia configura un conflicto prioritariamente narcisista, cuya expresión relevante es la búsqueda de un territorio propio que puede habilitar su ser. Se ahonda en el concepto de territorio, por cuanto su acepción psicoanalítica implicaría varios aspectos. No deja de estar el proceso de duelo, como un acompañante permanente del adolescente, pero se destaca como particularmente significativo el duelo por el Yo. Las nuevas identificaciones, que suplantan las infantiles, pueden ser vivenciadas como "vacío en su ser", en tanto suponen todo un proceso. El camino que recorre el adolescente es un verdadero camino en laberinto. Se destaca la importancia, desde el lado de los aportes a la técnica, de la empatía. Más que señalar caminos, con su interpretación, el analista debe acompañar al adolescente en su propia búsqueda. Debe evitar-se ocupar el lugar de los padres, amenaza siempre presente en el análisis. A su vez, en forma correlativa, estaría la contratransferencia del analista frente a la posibilidad de identificarse con los padres. También el encuadre tiene sus características propias. Con respecto a la transferencia se hacen algunas precisiones, por ejemplo, que la parte esencial del análisis se centra en otro punto, en dejarla por un período entre paréntesis, etc. Por último, se define a la adolescencia como situación de "trance" en donde el analista debe atender a la situación de tránsito en que se encuentra el adolescente.

El no Ser en la psicosis; a propósito de Antonin Artaud

El estudio de los procesos relacionados con la psicosis nos ha lle-vado a privilegiar los problemas del ser y en especial la patología de su articulación con el yo, así como en forma correlativa, los problemas re-ferentes al no-ser. Atribuimos a este desgarramiento del ser con respecto al yo el motivo más importante del profundo dolor que aqueja al psicótico. Este dolor mordería su cuerpo que al perder sus límites deja de ser un cuerpo pulsional, pierde su condición natural para volverse un cuerpo sobrenatural, fuera o más allá de lo humano. Este cuerpo deslibidinizado es fácil presa de la pulsión de muerte, al mismo tiempo que se le abren al ser, perdidos sus límites, las puertas del Infinito y la Eternidad. En especial consideramos que al producirse la desintegración del yo en el proceso esquizofrénico, desintegración debida fundamentalmente a una patología de las identificaciones primarias, se produce la desarticulación del yo y el ser, de modo que el ser ya no se encuentra más sujetado por el yo, y recupera su condición primitiva de ser cósmico. Esto conlleva a cambios sustanciales en la percepción del espacio y del tiempo, es así que el ser recupera las coordenadas espacio -temporales que poseía antes de la formación del yo, de manera que el "espacio cerrado" del yo (Pontalis) se transforma en un ser abierto al mundo y el tiempo lineal se vuelve un tiempo circular. Según nuestro punto de vista al producirse esta transformación del ser individual en ser cósmico, el resto del yo individual que se conserva vive ahora este ser sin límites como no

Edipo en las distintas crisis y etapas de su vida

Al entrelazarse el mito de Edipo con las tragedias sofocleanas Edipo Rey y Edipo en Colono, dentro de la perspectiva de la teoría de las variancias e invariancias de W.R. Bion, se logró introducir una serie de transformaciones en la comprensión de la temática edípica que provocan un alejamiento del clásico abordaje psicoanalítico. Dentro de esta línea de investigación se configuró una hipotética historia fragmentada de la vida del personaje en sus vicisitudes como hombre. Al introducir, tal cual aparecen en las narrativas, datos de las distintas etapas y crisis de su vida, se incursionó, supuestamente, en tres de sus ciclos vitales: niñez, adolescencia y vejez, más allá de las lagunas de los relatos. Al sustentarnos en la teoría de las transformaciones, tal abordaje significó descentrarlo, ficticiamente, de su conocido sitial como epicentro del conflicto nuclear de la sexualidad en la normalidad y en la neurosis.