RESUMO
Por el Doctor Luis María Rivas Merizalde Nieto del Prócer y Profesor de Anatomía de la Facultad de Medicina D. Miguel Ignacio de Merizalde y Santiesteban fue enviado por el Comercio español á estudiar la manera más fácil y barata de recoger y transportar la corteza de quina. Encontró en los montes de Tena, Pasto y otros lugares árboles semejantes á los de Loja, lo comunicó á Dr. José Celestino Mutis, y éste solicitó y obtuvo del Gobierno español el título de Descubridor de las quinas, en competencia con D. Sebastián López Ruiz, quien habiéndose hecho acompañar por el sirviente del Doctor Merizalde recogió cortezas que presentó al Virrey Flórez con la misma solicitud. De este ilustre profesor de medicina fue hijo el Doctor José Félix Merizalde. Nació en Santafé el 19 de Marzo de 1787; de su instrucción primaria fue encargado el padre candelario Fray Nicolás Sierra, pues no cuidándose el Gobierno ni los padres de familia de educar la juventud, se carecía de escuelas donde pudieran se aprender las primeras letras. Cursó literatura en el Colegio Seminario de San Bartolomé, donde se distinguió, á la par que estudiante modelo, por su genio alegre y chispeante; la crónica amena de los claustros está llena de esos episodios que pasarán á la posteridad, y nuestros padres relataron con verdadera fruición. Terminados sus estudios de literatura pasó al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario; allí asistió á las lecciones de medicina que dictaba el Doctor Vicente Gil y Tejada, dignísimo sucesor del padre Isla, verdadero fundador de los estudios de medicina, y se distinguió tanto que mereció el premio de $ 100 dado por el Doctor Eloy Valenzuela al alumno más distinguido de la Facultad de Medicina.
Assuntos
História do Século XIX , Educação Médica/história , História da Medicina , Biografias como AssuntoRESUMO
El alejamiento casi absoluto del ejercicio profesional no me permite presentar a la Sociedad observaciones dignas de ser tenidas en consideración, y es sólo por cumplir con la obligación que impone la honrosa designación que se me ha hecho por lo que voy a relatar a ustedes una nefrectomía practicada por mí en asocio del doctor Zea Uribe hace quince años en el Hospital. Cristina Penagos, de treinta años de edad, soltera, sin hijos y de escasas facultades intelectuales, me consultó en agosto de 1900 para unos dolores en la región lumbar con irradiaciones hacia la ingle y el abdomen; en época anterior había tenido una hematuria. A la palpación bimanual, en decúbito dorsal, encontré en el flanco derecho un cuerpo globuloso, duro, sensible a la presión que, debajo del hígado seguía los movimientos del diafragma. Las paredes abdominales, sumamente flojas, hacían fácil la exploración. No había líquido intraperitoneal. La región lumbar no estaba deprimida; había ligero edema